lunes, 30 de abril de 2018

43. 1 mayo 2018

Cada 1º de mayo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del Trabajo. Este día se homenajea a los "Mártires de Chicago", quienes murieron en una manifestación a la que se conoce como la "Revuelta de Haymarket" en 1886.
Miguel Hernández escribe este poema muchos años después. En él denuncia el sufrimiento de los pobres.

ACEITUNEROS
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

Miguel Hernández 

Poema sugerido por María Ruiz (Dpto. Lengua y Literatura) 

lunes, 23 de abril de 2018

42. 23 abril 2018


Hoy celebramos el Día del Libro, y qué mejor momento para recordar a esos poetas y escritores que han dedicado sus versos precisamente al gran protagonista de hoy: al libro.

Leer, leer, leer, vivir la vida
que otros soñaron.
Leer, leer, leer, el alma olvida
las cosas que pasaron.
Se quedan las que quedan, las ficciones,
las flores de la pluma,
las solas, las humanas creaciones,
el poso de la espuma.
Leer, leer, leer; ¿seré lectura
mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
seré lo que pasó?


                                                                                      Miguel de Unamuno


martes, 17 de abril de 2018

41. "El niño Yuntero", de Miguel Hernández


Esta semana se celebra  el “Día mundial contra la esclavitud infantil”. La lucha que comenzó un día como hoy hace 16 años el pequeño Iqbal Masi.

A Iqbal Masih le arrebataron la infancia cuando empezó a trabajar con tan sólo cuatro años y le privaron de la juventud y de la madurez cuando lo asesinaron con apenas  12 años un 16 de abril de 1995.

En memoria de este niño paquistaní que alzó la voz contra la explotación de los más débiles se celebra este día. 

Miguel Hernández también denuncia el trabajo infantil en su conocido poema “El niño yuntero”.

 EL NIÑO YUNTERO

Carne de yugo, ha nacido

más humillado que bello,

con el cuello perseguido

por el yugo para el cuello.



Nace, como la herramienta

a los golpes destinado,

de una tierra descontenta

y un insatisfecho arado.



Entre estiércol puro y vivo

de vacas, trae a la vida

un alma color de olivo

vieja y ya encallecida.



Empieza a vivir, y empieza

a morir de punta a punta,

levantando la corteza

de su madre con la yunta.



Empieza a sentir, y siente

la vida como una guerra,

y a dar fatigosamente

en los huesos de la tierra.



Contar sus años no sabe

y ya sabe que el sudor

es una corona grave

de sal para el labrador.



Trabaja y mientras trabaja

masculinamente serio,

se unge de lluvias y se alhaja

de carne de cementerio.



A fuerza de golpes, fuerte,

y a fuerza de sol, bruñido,

con una ambición de muerte

despedaza un pan reñido.



Cada nuevo día es

más raíz, menos criatura,

que escucha bajo sus pies

la voz de la sepultura.



Y como raíz se hunde

en la tierra lentamente,

para que la tierra inunde

de paz y panes su frente.



Me duele este niño hambriento

como una grandiosa espina,

y su vivir ceniciento

revuelve mi alma de encina.



Lo veo arar los rastrojos,

y devorar un mendrugo,

y declarar con los ojos

que por qué es carne de yugo.



Me da su arado en el pecho,

y su vida en la garganta

y sufro viendo el barbecho

tan grande bajo su planta.



¿Quién salvará a ese chiquillo

menor que un grano de avena?

¿De dónde saldrá el martillo

verdugo de esta cadena?



Que salga del corazón

de los hombres jornaleros,

que antes de ser hombres son

y han sido niños yunteros.

Miguel Hernández




Poema sugerido por María Ruiz (Dpto. Lengua y Literatura)

lunes, 9 de abril de 2018

40. Besos, de Gabriela Mistral


Celebremos el día internacional del beso (13 de abril) con este poema de Gabriela Mistral

BESOS

Hay besos que pronuncian por sí solos

la sentencia de amor condenatoria,

hay besos que se dan con la mirada

hay besos que se dan con la memoria.



Hay besos silenciosos, besos nobles

hay besos enigmáticos, sinceros

hay besos que se dan sólo las almas

hay besos por prohibidos, verdaderos.



Hay besos que calcinan y que hieren,

hay besos que arrebatan los sentidos,

hay besos misteriosos que han dejado

mil sueños errantes y perdidos.



Hay besos problemáticos que encierran

una clave que nadie ha descifrado,

hay besos que engendran la tragedia

cuantas rosas en broche han deshojado.



Hay besos perfumados, besos tibios

que palpitan en íntimos anhelos,

hay besos que en los labios dejan huellas

como un campo de sol entre dos hielos.



Hay besos que parecen azucenas

por sublimes, ingenuos y por puros,

hay besos traicioneros y cobardes,

hay besos maldecidos y perjuros.



Judas besa a Jesús y deja impresa

en su rostro de Dios, la felonía,

mientras la Magdalena con sus besos

fortifica piadosa su agonía.



Desde entonces en los besos palpita

el amor, la traición y los dolores,

en las bodas humanas se parecen

a la brisa que juega con las flores.



Hay besos que producen desvaríos

de amorosa pasión ardiente y loca,

tú los conoces bien son besos míos

inventados por mí, para tu boca.



Besos de llama que en rastro impreso

llevan los surcos de un amor vedado,

besos de tempestad, salvajes besos

que solo nuestros labios han probado.



¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;

cubrió tu faz de cárdenos sonrojos

y en los espasmos de emoción terrible,

llenáronse de lágrimas tus ojos.



¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso

te vi celoso imaginando agravios,

te suspendí en mis brazos... vibró un beso,

y qué viste después...? Sangre en mis labios.



Yo te enseñé a besar: los besos fríos

son de impasible corazón de roca,

yo te enseñé a besar con besos míos

inventados por mí, para tu boca.



Gabriela Mistral